Es representado por un hermoso toro negro, con cuernos de oro. Se lo concibe relacionado con la creencia española, del familiar, un ente diabólico, que mediante un trato secreto protege a una persona, dándole riquezas, bienestar y éxitos. En el campo, estas riquezas están generalmente relacionadas con el ganado vacuno. Todo esto hasta el momento de la muerte, que es cuando el toro viene por lo suya, el alma y la hacienda. Como el ganado vacuno fue introducido por los españoles, el Toro Supay, es un mito importado por los conquistadores españoles.
El Toro Supay (El Toro Diablo)
Es el protector del monte y su fauna. Se cuenta que se presenta en forma de persona o animal. En este caso aparece como presa fácil para el cazador. Si éste comete la imprudencia de perseguirlo se perderá en el monte para siempre. Su nombre quichua está compuesto por Sacha (monte) y el morfema de posesivo –yoj, significa que tiene campo, que es su dueño.
El Sacháyoj
Es un lugar oculto entre los breñales, de difícil acceso, diabólico, donde el diablo
enseña sus artes y acuden los que se inician en la práctica del maleficio o los
que van a aprender toda suerte de maña, destreza o habilidad para destacarse en
la pelea, en el amor o en el trabajo. Allí se baila, se hace música, se celebran
aquelarres (conciliábulo nocturno de brujos) y orgías, a la entrada existe un cristo
“cabeza abajo” al que hay que pegar y escupir, mas adelante se ven animales repugnantes
y asquerosos: arañas peludas, sapos, escuerzos, víboras etc. Luego de ser sometido
a varias pruebas, si el visitante resulta vencedor, puede pedir lo que quiera. Caso
contrario se vuelve loco al salir.
LA SALAMANCA
Es una variante del Sacháyoj, pero con más poderes que éste. Su nombre quichua está compuesto de Pampa, campo abierto, zona rural y el posesivo –yoj que tiene campo que es su dueño. Se presenta en distintas formas y puede tener trato con una persona a la que protegerá en vida como el Toro Súpay y también como ésta a su muerte le llevará el alma y las riquezas que le dio.
El Pampayoj
Cierta vez, en los montes de SANTIAGO DEL ESTERO, habitaba una jovencita Telesfora Castillo, Telesita para quienes la conocían y la querían. Vivía sola, sin que se le conociera familia ni casa donde habitar. Suponían que era muy pobre ya que se presentaba vestida casi en harapos y descalza, siempre llevaba su cantarito de agua sobre su cabeza en algunas oportunidades y en otras un poco de leña. De tanto en tanto aparecía atraída por los ecos de la música. Amaba la música y la danza, ella siempre se apartaba del grupo de gente y sola bailaba acompañando los compases de la música, dando golpes sobre su cantarito, bailaba marcando los pasos de la danza con pies tan leves que parecía no tocar la tierra. Cuando amanecía y la fiesta llegaba a su fin, todos veían a la Telesita regresar al bosque, hasta que hubiera otra. Cuando se hizo otro baile, Telesita no acudió a la fiesta, todos advirtieron su ausencia, fue inútil que pusieran la música fuerte, esperando que así viniera. Todos preocupados, inquietos y afligidos salieron a buscarla, internándose en el bosque nocturno. Recién al otro día hallaron su cuerpo sin vida, quemado junto al fogón al que seguramente se arrimaba para pasar la noche.
LA TELESITA
En el monte santiagueño, en un ranchito vivía una mujer anciana con dos nietos, Crespín y Crespina, ellos eran hermanos mellizos, un día la señora se le antojó comer ashpa mishqui (miel debajo de la tierra). Ella sabía que lejos en el monte, donde hay animales salvajes estaba ese dulce. Ese monte era de tener miedo, por eso nos les aviso, pero ya muy enferma les pidió ese dulce. Crespina no dijo nada teniendo miedo de perderse en el monte, pero la viejita solo con eso se iba a curar, todo eso acordándose al hermano le avisó, éste la abrazó, la besó a la abuela, la bendición pidiéndole en el monte se perdió. Lo que se fue en la mañana no vino hasta la noche la viejita ya había fallecido. Crespina solo quedándose en el rincón de su rancho se quedó dormida y soñando se despertó, gritando se fue al monte llamándolo por su nombre "¡Crespín, crespín!". Todo el día y toda la noche lo había buscado y así andando pensaba "¡si yo fuera pájaro volando iría a buscar a mi hermano!". Ya con mucho miedo se subió a un árbol, ahí se quedó dormida, comenzó a gritar "¡ Crespín, crespín!", ya transformada en pájaro comenzó a volar. Por eso en el monte se escucha un silbido que dice "¡Crespín, crespín!".
EL CRESPÍN
Según esta leyenda, dos hermanos huérfanos vivían en su rancho en plena selva del chaco santiagueño. Eran opuestos en su modo de ser. Él era un muchacho de buen corazón, trabajador, generoso y atento con su hermana. Ella, por el contrario, era caprichosa y descomedida. Cuando el chango volvía del monte, siempre con algo para el sustento de ambos o para mejorar la casa, ella le mostraba la comida hecha. Cuando él se disponía a comer, la joven arrojaba todo al suelo, riendo con maldad. Pasaban los años y siempre lo mismo: él tratando de servir lo mejor para su hermana y ella ideando la forma de burlarse e irritarlo. Así es que la paciencia del hermano se fue agotando y comenzó a pensar en hacer algo para librarse de la malvada hermana. Sabiendo que a ella le gustaba la miel, una tarde le dijo que en un quebracho había encontrado una gran colonia de abejas silvestres, cargada de miel. Cuando hubieron llegado al pie de un enorme quebracho, en lo más profundo del monte, la joven, ansiosa, subió primera, escalando ágilmente sin esperar a su hermano que traía un hacha para abrir el tronco y sacar los panales, cuando estaba en lo más alto del quebracho, sin posibilidad de seguir subiendo, recién trató de preguntar a su hermano sobre la ubicación de la colmena. Con horror, descubrió que el muchacho había bajado cortando los gajos que les habían servido para subir. La niña, acostumbrada a dar órdenes, gritó a su hermano que sin demora la bajase. Sólo le respondió el eco de su propia voz. Con el paso de las horas, llegó la noche, luego el miedo, que poco a poco se transformó en terror. En su desesperación, comenzó a llamar a su hermano con un grito lastimero: “¡Túray, túray!” (¡Hermano mío, mi hermano!). En ese momento, vio que sus brazos se transformaban en alas y su cuerpo se cubría de plumas. En pocos minutos tomó la forma de un ave de color marrón grisáceo, con una gran boca, pese a que su pico es chico. Triste y solitaria, voló hacia otro árbol para seguir llamando durante toda la noche y en las noches siguientes, hasta hoy.
EL CACUY
Este mitológico personaje es también llamado, "EL DIOS DE LA MISERIA", se trata de un joven que vive oculto en las entrañas del monte, en una situación de miseria permanente, a juzgar por las ropas que luce, lo que justifican esta presunción. Sus atuendos son desalineados y rotosos, pantalones remendados, sombrero viejo y desprolijo, harapiento, no tiene calzados y sus pies delatan que nunca los tuvo por enormes tamaños y el aspecto costroso y cayociento. Su andar es ocultadizo y salvaje, que dan la impresión de sufrir disminuciones mentales, reflejados en su mirada perdida y huidiza, es decir que se lo ha asemejado, al que en nuestra campaña lo denominan "inocente" miembro de la familia que es marginado por el padecimiento de insuficiencias mentales. No es agresivo, ni se conoce su expresión oral, pareciera ser que es su mundo, tampoco se lo conoce que posea alguna habilidad o que dedique su tiempo a algún trabajo, para la creencia popular es EL DEMONIO. El rito del Tanicu radica en ofrendar comida, de allí que todos los primeros domingos del mes de Octubre, los creyentes dedican la fecha para dar riendas sueltas a la gula, para lo que sacrifican los mejores animales de su majada, y acudiendo a sus ahorros se gastan hasta la última moneda en la preparación de los más exquisitos platos criollos, cuidando en detalle la abundancia. La mesa lucirá ese día los mejores servicios: cubiertos de plata guardados a la espera del acontecimiento, brillarán sobre el blanco mantel y los adornos sembrados entre los platos. Un lugar de privilegio, la cabecera, quedará completamente preparado con la mayor abundancia de comida destinada para "EL TANICU", este llegará sorpresivamente al hogar que eligió para la visita de este año para ver la generosidad que se la haya destinado, evaluación que la hará en la medida de la abundante comida. De ser satisfactorio para el visitante, premiará durante todo el transcurso de ese año, a la familia, brindándoles también en abundancia, los éxitos de todas y cada una de las actividades que emprendieran. Pero si el hogar que eligió para visitarlos no habría ofrendado lo suficiente, el castigo recaerá sobre los mismos durante ese año, donde los resultados de sus emprendimientos serán absolutamente adversos.